Situada en el corazón de esta aldea de ribera, entre el caserío agolpado que alterna cubiertas de losa con teja curva, el templo parroquial se levanta sobre un atrio exiguo rodeado de un muro elevado que divide la tierra sagrada de la profana.
La iglesia cuenta con una nave única y un ábside –orientado al Este como fija el canon– más elevado. Sus muros evidencian que fue construida en dos momentos, de ahí la diferente plementería que lucen los muros de carga: mampostería enfoscada original (hoy casi desaparecida) finalizada con cantería, bien visible en el imafronte y en el tercio superior de la nave.
El frontispicio presenta un aspecto sólido y contundente a pesar de la asimetría de sus componentes. Así la puerta, acogida bajo un arco de medio punto bien dovelado, aparece descentrada respeto de la espadaña de doble hueco que corona la composición. Este campanario de una sola pared, habitual en toda la comarca, destaca por su robustez y aparece finalizado en altura por un tímpano triangular protegido por losas a dos aguas.
En el interior del templo puedes admirar su bien conservado artesonado, decorado con motivos romboidales en la cumbre. También brilla con luz propia un antiguo confesionario de madera situado en un arcosolio de la nave. Pero sobre todo destaca su retablo, íntegramente dorado, y organizado en cinco calles más ático. De entre todas las imágenes sobresale la talla de la Virgen que ocupa la hornacina central, con tres expresivos ángeles en la peaña y otros dos la cada lado sosteniendo un manto extendido en diagonal para crear una escena cargada de dinamismo y movimiento.
“...Sólo las pendientes de Bembibre y las geórgicas de Pradocabalos dibujan una figura de golfo de penillanura en la entrada de la sierra. Las riberas del Bibei, ahondado surco, de notable significación y belleza completan el paisaje y la economía vianesa...”
Ramón Otero Pedrayo (1962)